TOM CRUISE Él es Hollywood
Su controvertida vida íntima (divorcios escandalosos, vinculación con la Cienciología, retoques estéticos excesivos...) ha deslucido y desgastado la trayectoria de uno de los actores más famosos del planeta. Imán para la taquilla durante años, admirado y detestado a partes iguales, Cruise pasó muy pronto de ídolo teen a intérprete solvente y respetado por público e industria. Impresiona repasar los títulos en los que ha participado: Rebeldes (1983), Top Gun (1986), El color del dinero (1986), Días de trueno (1990), La tapadera (1993), Entrevista con el vampiro (1994), Misión imposible (1996), Eyes wide shut (1999), Minority Report (2002), La guerra de los mundos (2005)... Ha sido candidato al Oscar tres veces: la primera, por Nacido el 4 de julio (1989), basada en las memorias de Ron Kovic, un veterano de la Guerra de Vietnam. Le aguó la fiesta Daniel Day Lewis (Mi pie izquierdo). En 1996 volvió a acariciar "la gloria" por el ambicioso agente deportivo Jerry Maguire. Se lo "arrebató" Geoffrey Rush (Shine). Su última oportunidad, en la categoría de secundario, fue por Magnolia (1999), su mejor trabajo. Ganó Michael Caine (Las normas de la casa de la sidra). En cambio, curiosamente, los Globos de Oro sí reconocieron al neoyorkino por estos tres personajes. Es indiscutible: la Academia no ha sido justa con Tom; de hecho, también debería haberle nominado, como mínimo, por Rain man (1988), Algunos hombres buenos (1992), Collateral (2004) y Tropic Thunder (2008). Guste o no, Tom Cruise ha demostrado tesón, riesgo, profesionalidad, carisma, versatilidad... y ha sabido autoparodiarse y reinventarse cuando espectadores y compañeros le daban la espalda. Tal vez no sea inmediato, pero alguien tendría que recompensarle por tanto esfuerzo y regalarle el "papel de su vida", ese que le otorgue por fin el hombrecillo dorado. Hollywood se lo debe, porque él lo ha dado todo por Hollywood.
TIMOTHÉE CHALAMET Su nombre suena a Oscar
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Acababa de cumplir 22 años cuando recibió su primera nominación al Oscar por interpretar a Elio, un muchacho que vive su despertar sexual con Oliver (Armie Hammer), un estudiante nortamericano mayor que él que se instala un verano en su casa familiar, en la lírica Call me by your name (2017), de Luca Guadagnino. Se convertía en el tercer actor más joven en conseguir la candidatura como protagonista, por detrás de Jackie Cooper y Mickey Rooney (a los 9 y 19 años, respectivamente). El veterano Gary Oldman frustró sus ilusiones con su impecable recreación de Winston Churchill en El instante más oscuro (2017). Todo hacía presagiar que, sólo unos meses después, le llegaría una segunda oportunidad por el hijo drogadicto de Steve Carell en Beautiful boy (2018), pero la Academia decidió dejarle fuera de los finalistas a mejor secundario. Quizá la suerte le vuelva a sonreír con su siguiente proyecto: una nueva adaptación de la novela de ciencia ficción Dune, dirigida por Denis Villeneuve. Asimismo, estará en la revisión de Greta Gerwig del clásico Mujercitas; en la shakespeariana The King, de Netflix; en la segunda parte de Call me by your name; y en A rainy day in New York, la cinta maldita de Woody Allen, con problemas de distribución en Estados Unidos por las acusaciones de abusos sexuales contra su director. Así que ocasiones no le van a faltar a Chalamet, quien aspiró sin éxito a encarnar a Spiderman y descubrió su vocación al quedar fascinado por el Joker de Heath Ledger en El caballero oscuro (2008), para tratar de inscribir su nombre en la preciada estatuilla.
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VIGGO MORTENSEN Fantastic king
Saltó a la fama, a finales de los noventa, con la trilogía de El señor de los anillos, de Peter Jackson. Sin embargo, ya por entonces tenía en su currículum películas tan populares como Único testigo (1985), Atrapado por su pasado (1993), Marea roja (1995), Pánico en el túnel (1996) o La teniente O'Neil (1997). Pero, como decía, gracias a Aragorn su cotización subió como la espuma y pudo elegir proyectos con más enjundia: Océanos de fuego (2004), Una historia de violencia (2005), La carretera (2009), Un método peligroso (2011)... Bueno, y Alatriste. Logró su primera nominación al Oscar como un mafioso ruso, a las órdenes de David Cronenberg, en Promesas del este (2007); después obtendría otras dos, precisamente por roles "cómicos": por el padre de seis hijos, anticapitalista, viudo y empeñado en que su esposa no sea enterrada de forma convencional y con unos preceptos religiosos en los que no cree, de Captain Fantastic (2016); y, este mismo año, al encarnar al peculiar Tony Lip, conductor-guardaespaldas de un pianista afroamericano durante su gira de conciertos por el sur de Estados Unidos en los años 60, en Green Book (2018). Y, pese a su discreción y sus "aires de antidivo", empieza a rondarle una aureola de "ya le va tocando". Sus armas: instinto, tablas y audacia. Ah, y transmitir que le trae sin cuidado: "un Oscar no va a cambiar mi identidad, ni mi manera de trabajar. Los premios son lindos caramelos, pero no siempre reflejan la compleja labor de contar relatos de cine al máximo nivel artístico". Querido Viggo, ya sabes lo que dicen: a nadie le amarga un dulce.
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MICHAEL B. JORDAN El villano favorito
No es habitual que en una película de superhéroes el público prefiera al "malo" por encima del propio protagonista. Eso es lo que ocurrió en la exitosa Black Panther (2018), donde el carisma a raudales del malvado Erik Killmonguer arrasó sobre el del rey de Wakanda. El mérito (o la culpa, según se mire) es, en gran medida, del actor que le dio vida, Michael B. Jordan, quien se entregó en cuerpo (con horas y horas de gimnasio bien invertidas) y alma (la suya es una actuación portentosa y cargada de matices); tanto que necesitó acudir a terapia tras el rodaje, como él mismo ha admitido. Se quedó a las puertas de lograr una nominación al Oscar como mejor secundario por este personaje de cómic, una proeza sólo alcanzada por Heath Ledger con su Joker de El caballero oscuro (2008), que acabó venciendo a título póstumo. Jordan, que dio sus primeros pasos profesionales en el set de la serie The Wire, ya había destacado en el drama Fruitvale Station (2013) y en Creed (2015), ambas dirigidas por Ryan Coogler. Ahora, su trabajo en la producción de Marvel le ha posicionado como uno de los rostros más solicitados del momento. Un sector de la prensa se empeña en plantarle la banda de heredero artístico de otro afroamericano: Denzel Washington. Él lo tiene claro: "No sólo aspiro a esos papeles que ofrecen a Washington. Quiero los que le ofrecen a Brad Pitt, Ryan Gosling o Leonardo DiCaprio. Y creo que me está yendo bastante bien así", aseguraba hace meses en una entrevista. Y tanto. De hecho, ya aparece en las apuestas para la estatuilla por Cuestión de justicia (2019), como un abogado que se muda a Alabama para defender a ciudadanos negros encarcelados injustamente. Vamos, un Atticus Finch 2.0. Lo próximo: producir y encabezar un film sobre Matusalén. Ambición no le falta. Esa es la actitud.
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BRYAN CRANSTON Premio a la perseverancia
En sus vitrinas acumula cuatro Emmys, un Globo de Oro, dos Tonys, cuatro premios del Sindicato de actores... Y todos los ha logrado en la última década. Porque, a pesar de llevar casi 40 años en el mundo de la interpretación, la carrera de Bryan Cranston despegó definitivamente gracias a meterse en la piel de un profesor de química reciclado en fabricante de drogas cuando le detectan un cáncer inoperable en la serie Breaking Bad. Sí, su mítico Walter White reivindicó a un comediante con un extenso bagaje en la pequeña pantalla: anuncios (de alfombras, marcas de alquiler de coches, cremas para combatir las hemorroides...); el extravagante padre del protagonista de Malcolm in the middle durante siete temporadas; apariciones episódicas en Canción triste de Hill Street, Falcon Crest, Los vigilantes de la playa, Se ha escrito un crimen, Expediente X, Walker, Texas Ranger... Su éxito catódico le abrió las puertas del cine de par en par. Lo hemos visto en Drive (2011), Larry Crowne (2011), Argo (2012), Godzilla (2014)... Y a punto estuvo de tener que buscar un hueco entre sus galardones para el Oscar al ser nominado por Trumbo (2015), el biopic sobre el reputado guionista perseguido por la caza de brujas liderada por el senador McCarthy en los 50. No tuvo opción; era el año de Leonardo DiCaprio. Lo que parece indudable es que Cranston cuenta con la simpatía de la crítica y el respetable; así que, con el personaje adecuado, no habría de costarle demasiado hacerse con la estatuilla. ¿En la categoría de reparto? Probablemente...
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LUCAS HEDGES El chico problemático
LUCAS HEDGES El chico problemático
Confieso que es mi favorito de esta quiniela. Y eso que cargar con la etiqueta de "uno de los actores más prometedores de su generación" sólo puede empujarle a cometer errores. Sin embargo, Lucas, hijo del director y guionista Peter Hedges y de la poetisa y actriz Susan Bruce, ha demostrado hasta ahora ser portador de un olfato privilegiado para escoger papeles. Se puso en el foco como el sobrino huérfano, díscolo y hormonalmente revolucionado de Casey Affleck en la muy dramática Manchester frente al mar (2016), por la que consiguió su única nominación al Oscar hasta la fecha. Poco pudo hacer contra la breve y poderosa actuación de Mahershala Ali en Moonlight (2016). Para él, estar en la terna final, con 20 años recién cumplidos, ya era un triunfo. A partir de ahí, una interesante lista de elecciones valientes y acertadas le han dado el espaldarazo definitivo. Primero, con sus roles secundarios en Lady Bird y Tres anuncios en las afueras, dos de los grandes títulos de 2017; y, un año después, volvió a sorprender como el hijo drogadicto de Julia Roberts en El regreso de Ben y como un joven obligado por sus padres a acudir a terapias para "curar" su homosexualidad en Identidad borrada. Por esta última fue candidato al Globo de Oro. Aunque corre el peligro de encasillarse en la imagen de joven conflictivo, habrá que confiar en su instinto y en esa madurez que le permite codearse sin arrugarse con "gigantes" como Nicole Kidman, Frances McDormand, Russell Crowe...
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WOODY HARRELSON Cuatro décadas de cine
Lo conocimos en los 80 como el camarero ingenuo de Cheers, una sitcom que a lo largo de 11 temporadas ganó 28 Emmys (uno para el propio Harrelson), y transformó a sus protagonistas en estrellas mundiales; en especial a Ted Danson y Kristie Alley. Treinta años después, sólo Woody ha sido capaz de labrarse una filmografía importante a base de combinar con maestría títulos comerciales (Doc Hollywood, Asalto al tren del dinero, Zoombieland, La guerra del planeta de los simios, Los juegos del hambre...), con otros considerados de culto (Asesinos natos, La delgada línea roja, No es país para viejos o la serie True detective). El texano es uno de esos rostros familiares para el público, aunque la mayoría no recuerde su nombre. En tres ocasiones ha sido nominado a los premios de la Academia (y a los Globos de Oro): como actor principal por El escándalo de Larry Flynt (1996), el biopic sobre el excéntrico millonario, dirigido por Milos Forman; y, como secundario, por The Messenger (2009) y Tres anuncios a las afueras (2017). El Oscar distinguiría con justicia a un hombre discreto y constante, aficionado a los tipos extremos (psicópatas, delincuentes, cowboys mujeriegos, policías corruptos...) y a mojarse con diversas causas sociales.
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CHIWETEL EJIOFOR La nueva escuela británica
Lo tuvo a tiro, lo rozó... pero, finalmente, se quedó sentado en el patio de butacas del Dolby Theatre de Los Angeles aplaudiendo al renacido Matthew McConaughey, con su Oscar en la mano por Dallas buyers club (2013). El británico venía de ganar el Bafta en su país, entre otros muchos premios, por su conmovedora recreación de Solomon Northup, un ciudadano neoyorkino negro libre que en 1841 fue secuestrado y vendido como siervo, en la durísima 12 años de esclavitud (2013), de Steve McQueen. Y pese a que no ha vuelto a tener un papel tan redondo, lo cierto es que desde entonces no ha parado de trabajar: Marte (2015), El secreto de una obsesión (2015), Doctor Strange (2016), María Magdalena (2018)... Incluso le ha prestado su voz a Scar, el malvado felino de la versión 'live action' del El Rey León (2019), lo veremos en Maléfica 2 (2019) y también ha debutado como director en El niño que domó el viento (2019), para Netflix. A sus 42 años, el actor de origen nigeriano y de nombre impronunciable, formado en las tablas, no parece dispuesto a conformarse con quedarse de nuevo en la platea. Si no se equivoca, pronto todos los vítores irán dirigidos a él.
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ROBERT PATTINSON De vampiro a murciélago
Hollywood tiene sus reglas no escritas y una de ellas es que las estrellas juveniles, las que forran las carpetas de los jóvenes de medio planeta, están destinadas a limitarse a sagas literarias y/o comedias románticas ''rompetaquillas" de escasa calidad, hasta que dejan de resultar rentables o son reemplazados por intérpretes con perfiles similares. La lista de damnificados es larga: Macaulay Culkin, Freddie Prinze Jr., Devon Sawa, Rob Lowe, Kirk Cameron, Andrew McCarthy, Matthew Broderick, Christian Slater, Ryan Phillippe... El londinense Robert Pattinson cumplía al dedillo los requisitos para ser otro ídolo maldito tras su inconmensurable éxito como el vampiro Edward Cullum en Crepúsculo. Pero, desde que se quitó los colmillos, se empeñó en rebelarse y forjarse una interesante trayectoria como actor a golpe de papeles arriesgados en películas fuera del circuito comercial: Cosmopolis (2012), The Rover (2014), Maps to the stars (2014), Life (2015), Z. La ciudad perdida (2016)... Y, después de este peregrinaje redentor, hasta los más escépticos se vieron obligados a alabar su tour de force en Good Time (2017), de los hermanos Safdie, donde encarnaba a un delincuente callejero que a punto estuvo de proporcionarle su primera nominación al Oscar. Seguramente no tenga que esperar demasiado para conseguirla, porque en el último Festival de Cannes fue muy aplaudida su actuación en la terrorífica The lighthouse (2019); tanto Pattinson como su compañero, William Dafoe, ya figuran en todas las quinielas de cara a la próxima temporada de premios, aunque con la duda de quién competirá como protagonista y quién como secundario. Mientras llegan los reconocimientos, se reconciliará con los blockbusters colocándose la careta de Batman, en la cinta que prepara Matt Reeves. Bordará al "caballero oscuro"; al fin y al cabo, pocos saben mejor que él lo que es luchar contra su destino.
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ETHAN HAWKE Gran esperanza indie
Su ausencia en la terna de nominados al mejor protagonista supuso una de las mayores decepciones e injusticias de la última edición. Su encarnación de un pastor evangelista atormentado en El reverendo (2018), de Paul Schrader, le convirtió en el actor más laureado de la temporada, pero incomprensiblemente se quedó fuera de los principales premios: Oscar, Globos de Oro y SAG. No obstante, la Academia sí le había tenido en cuenta en dos ocasiones previas, ambas como secundario: por el compañero con agallas de Denzel Washington en Día de entrenamiento (2001); y por el padre "enrollado" de Boyhood (2001), un personaje desarrollado a lo largo de doce años. Además, obtuvo sendas menciones como guionista por Antes del atardecer (2004) y Antes del anochecer (2013). La estatuilla sería la guinda del pastel para un intérprete osado e inquieto (también escribe y dirige), que siempre ha renegado de su condición de estrella y del juego de Hollywood. En su filmografía destacan títulos como Exploradores (1985), El club de los poetas muertos (1989), Grandes esperanzas (1998) y Antes que el diablo sepa que has muerto (2007).
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Con estos diez nombres completo una lista subjetiva e intuitiva. Echaréis en falta a muchos actores; yo también, pero sólo quería elegir a veinte. He evitado, para no resultar ventajista, a quienes ya suenan con fuerza para alzarse con la victoria el próximo 9 de febrero: Joaquin Phoenix, tres veces nominado, que parte como favorito por Joker; el televisivo y muy de moda Adam Driver, que lograría su segunda candidatura consecutiva, por Historia de un matrimonio; o Brad Pitt (¿a la cuarta irá la vencida?), como secundario, por Érase una vez en Hollywood. Se han quedado fuera excelentes intérpretes como William Dafoe, John Lithgow, Michael Keaton, Hugh Jackman, Steve Carell, Matt Damon, Jeff Daniels o Will Smith; y otros emergentes como Armie Hammer, Jharrel Jerome, Andrew Garfield, Darren Criss, Dev Patel, Ben Platt o Jacob Tremblay. Ya se sabe que los Oscar son imprevisibles. En ocasiones han dejado pasar la oportunidad de premiar a alguien que lo merecía y, después, no han podido enmendar su error o han terminado haciéndolo por un papel menos consistente (Al Pacino, Paul Newman...). Tienen predilección por los cómicos que se ponen intensos (Tom Hanks, Roberto Benigni, Jean Dujardin...), por las transformaciones físicas (Jared Leto, Christian Bale, Adrien Brody, Rami Malek...), por los biopics (Eddie Redmayne, Forest Whitaker, Jamie Fox, Ben Kingsley...) y por los malvados (Anthony Hopkins, Kevin Spacey, Michael Douglas, J.K. Simmons, Javier Bardem...). Pero, sobre todo, a la Academia le gusta llevar la batuta y decidir cómo y cuándo; si no, que se lo pregunten a Leonardo DiCaprio. En cualquier caso, mi porra de futuros oscarizados está hecha. A los seleccionados les sobran falcultades, pero eso no es suficiente, ni imprescindible. El tiempo dirá cuántos de ellos cumplen mis expectativas.
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