miércoles, 8 de julio de 2015

VERDE

Con la edad, cambiamos las preguntas. Me explico. A los 7 años nadie se interesa por cuestiones del tipo "¿qué tal estás?", "¿has dormido bien?" o "¿cómo va la cosa?". La infancia nos permite preocuparnos por asuntos tan banales y que, a la vez, en ese momento nos parecen tan definitorios de nuestra personalidad como el clásico "¿cuál es tu color favorito?".
Toda esta introducción me sirve como excusa para hablar del verde. Porque, desde pequeñito, mi color favorito siempre fue ese, el verde. ¿Por qué? Pues supongo que un día fue el nombre que primero se me pasó por la cabeza cuando me lo preguntaron y se convirtió en una costumbre decantarme por ese tono amable. Por aquel entonces no sabía qué era la esperanza, ni me imaginaba que quien con él se atreve, por guapo se tiene. Recuerdo que mi amiga María prefería el amarillo y Esther era más del rojo. Seguramente cada uno sabía explicar con convicción el porqué de su elección; el caso era diferenciarse, sentirse especial. Lo que ignorábamos es que, en la vida, incluso las decisiones más tontas pueden tener consecuencias.
El caso es que unos de los que me preguntaron por mi color favorito, cómo no, fueron mis padres. Os podéis imaginar cómo, en adelante, mi vida se tiñó de verde. Pijamas, sábanas, cortinas, peluches, mochilas... Todo era verde. Y lo hacían con todo el cariño del mundo.
No sé si por la rabia que me daba resultar tan predecible o por el propio empacho, en la adolescencia el verde y yo entramos en crisis. Le fui infiel con el azul; primero marino, más tarde celeste. Después vendrían el blanco, el rojo, el marrón... Sin embargo, durante mucho tiempo, los regalos continuaron siendo de la misma tonalidad.
Y ahora, con 33 años, descubriendo a mis padres en su faceta como abuelos, lo tengo más claro que nunca. Venga, atrévase; hágame la pregunta: "David, ¿cuál es tu color preferido?". Después de unos segundos de silencio para crear expectación, respondo: el verde, por todo ese amor concentrado. Sí, definitivamente, para mí la felicidad es verde.

1 comentario:

Miriam Reyes Gimeno dijo...

Verde que te quiero verde. Muuuuuaks!