“Cuando han dicho mi nombre, he tenido la sensación de poder oír a media América diciendo: ¡oh, no! ¡venga ya! ¿por qué? Ella otra vez”.
Meryl Streep
-La gran dama dorada-
Eso dijo sobre el escenario del Teatro Kodak al recoger su Oscar a la mejor actriz por encarnar a Margaret Thatcher en La dama de hierro, el 26 de febrero de 2012. Y no era para menos: Meryl tiene el honor de ser la intérprete más nominada de la historia de estos premios. En dieciocho ocasiones ha aguardado en el patio de butacas a que fuera su nombre el que estuviera en el sobre; le siguen, con cierta distancia, Jack Nicholson y Katherine Hepburn, con 12 candidaturas cada uno. En los últimos treinta y cinco años, no han pasado más de cuatro en los que la Streep no apareciera entre las finalistas, bien como protagonista o como secundaria. A pesar de eso, le tocó esperar casi dos décadas desde su último hombrecillo dorado (por La decisión de Sophie); el primero lo obtuvo en 1980 en la categoría de reparto por Kramer contra Kramer. Tres estatuillas en total, que le hacen empatar con el propio Nicholson, Daniel Day-Lewis,Walter Brennan e Ingrid Bergman. Sólo les gana la Hepburn, con cuatro. ¿Será capaz la idolatrada Meryl Streep de alcanzar o, incluso, superar esa marca? No sería extraño, teniendo en cuenta que crítica y público la adoran y que a sus manos van a parar los mejores papeles de mujeres maduras. Si eso ocurre, probablemente medio planeta grite con alegría: "¡oh, sí! ¡Ella otra vez!".
"Después de todo, me parece bien que hayas ganado: no te quedan muchos años de vida, mientras que mi futuro sólo acaba de empezar".
William Powell
-Único felicitando-
Cuenta la leyenda que ese fue el telegrama que le envió a su amigo Ronald Colman, después de que éste le arrebatase el premio al mejor actor en 1948. Powell competía por Vida con papá, y Colman por Doble vida. Lo curioso del maligno mensaje es que sólo se llevaban dos años. Desconozco si se trataba de una broma o no, pero el caso es que Powell, especializado en detectives elegantes y de modales exquisitos, nunca obtuvo el Oscar, pese a aspirar en dos ocasiones más (por La cena de los acusados y Al servicio de las damas). También en eso le superó su rival: además de la de su victoria, Colman atesoró otras tres candidaturas (por El capitán Drummond, Condenado y Niebla en el pasado). Cosa del mal karma, como dirían algunos.
Gwyneth Paltrow
-Ha sufrido mucho-
Quizá odio es una palabra demasiado fuerte, pero lo que resulta un hecho es que un Oscar no siempre garantiza el éxito. Muchos son los intérpretes que, tras ganar, vieron como sus carreras no levantaban cabeza; por poner algunos ejemplos recientes: Mira Sorvino, Timothy Hutton, Cher, Jennifer Hudson, Halle Berry o Cuba Gooding Jr. A Gwyneth le ocurrió algo parecido después de obtenerlo, en su primera y única candidatura hasta la fecha, por su papel de Viola de Lesseps en Shakespeare in love (1998). Aunque su trabajo era correcto, en mi opinión no merecía el premio (competía con vacas sagradas como Meryl Streep, Emily Wattson o la entonces semidesconocida Catte Blanchett). Teniendo en cuenta la cantidad de actores míticos que han muerto sin el reconocimiento, la Academia debería ser muy pulcra a la hora de galardonar, y evitar que las millonarias campañas publicitarias se salgan con la suya e "impongan" vencedores; eso le resta "magia" a la ya de por sí subjetiva elección. Detrás de la comedia romántica del escritor inglés estaba Harvey Weinstein, todo un experto en el arte de colocar sus producciones entre lo más nominado cada año. Y logró también que Paltrow tocara la gloria esa noche. Supongo que lo que perjudicó a la guapísima actriz fue que era pronto para entrar en la historia del cine, no la envidia que eso pudo provocar. Afortunadamente, tras numerosas películas menores y papeles equivocados, parece que la suerte le vuelve a sonreír, gracias a proyectos como la saga Iron Man.
Tilda Swinton
-Cría cuervos-
Esta declaración cuadra perfectamente con el perfil de una actriz con fama de excéntrica y que siempre se ha mantenido al margen del juego de Hollywood. O, al menos, eso ha conseguido transmitir. Arriesgada y enigmática, Tilda se mueve con soltura en roles extremos, tanto en producciones independientes como en cintas más comerciales. Su abogada de una compañía de productos agrícolas en Michael Clayton (2007), le proporcionó su única nominación y victoria en la categoría de secundaria. No hay que ser un visionario para pronosticar que, si su carrera continúa por la senda que lleva, su nombre volverá a colarse más veces en el quinteto finalista. Seguro que, para entonces, sus hijos conocerán el significado de tan ansiado "juguete", por muy indie que sea su madre.
"Es mejor no haber ganado. Así tendré la oportunidad de volver a sentir estas emociones de nuevo".
Omar Sharif
-Quien no se consuela es porque no quiere-
Omar Sharif
-Quien no se consuela es porque no quiere-
Sharif había deslumbrado por su papel de principe Alí en Lawrence de Arabia (1962), pero Ed Begley le arrebató el Oscar al mejor actor secundario por Dulce pájaro de juventud. A juzgar por su frase, el egipcio se tomó la derrota con deportividad. Sin embargo, no imaginaba que aquella sería su única candidatura (al menos hasta hoy). La Academia ni siquiera consideró su portentosa interpretación en Doctor Zhivago (1965), que sí le hizo ganar el Globo de Oro. Aunque, si conserva esa positividad de su juventud, seguro que piensa que el mayor premio es haber podido demostrar su talento en casi un centenar de películas a lo largo de más de cincuenta años de carrera.
Menos mal que no le dieron el premio, porque a saber cómo habría reaccionado. La intérprete londinense, inolvidable en películas como Tom Jones, Un hombre para la eternidad o Superman, no se tomó bien que la Academia destacara su trabajo en Danzad, danzad malditos como uno de los mejores de 1969. Como decía, por fortuna fue Goldie Hawn quien se llevó el gato al agua por Flor de cactus. El caso de York no es exclusivo; igual que ella, otros actores, como George C. Scott y Melina Mercouri, renegaron del Oscar antes incluso de saber si sería para ellos. Manías...
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