El 5 de agosto de 1962 fallecía Marilyn Monroe. Su desaparición, por siempre rodeada de misterio, conmocionó en su época y le convirtió en leyenda y en uno de los iconos más rentables de Hollywood. Todavía hoy su imagen no tiene rival en cualquier tienda de souvenirs cinematográficos que se precie y su estilo es imitado en reportajes y campañas publicitarias.
Pero, aunque su recuerdo sigue vivo, sus restos reposan en Los Ángeles, concretamente en un pequeño y acogedor cementerio que tuve la oportunidad de conocer durante el viaje que realicé a California hace unos meses. Se trata del Pierce Brothers Westwood Village Memorial Park, en el 1218 de Glendon Avenue, cerca de UCLA. Si bien está algo escondido, merece la pena visitarlo. Los cinéfilos no tenéis excusa.
Pero, aunque su recuerdo sigue vivo, sus restos reposan en Los Ángeles, concretamente en un pequeño y acogedor cementerio que tuve la oportunidad de conocer durante el viaje que realicé a California hace unos meses. Se trata del Pierce Brothers Westwood Village Memorial Park, en el 1218 de Glendon Avenue, cerca de UCLA. Si bien está algo escondido, merece la pena visitarlo. Los cinéfilos no tenéis excusa.
Allí, en el número 24 del Corredor de la Memoria, tras una lápida rosácea con su nombre artístico en una placa actualizada cada cierto tiempo, descansa Norma Jean. Cincuenta años después, sus fans continúan contemplando su nicho con devoción, marcando el carmín de sus labios en la piedra y renovando las rosas amarillas que tanto le gustaban a la actriz. Cuentan que su segundo marido y uno de los hombres que más la amó, Joe DiMaggio, estuvo enviando ramilletes todos los lunes, miércoles y viernes procedentes de la floristería de Hollywood la Parisien Florist de forma incansable hasta el final de sus días. Bonita despedida.
Si Marilyn pudiera asomar la patita fuera del nicho, probablemente se sentiría reconfortada al reconocer a algunos de sus compañeros de eterno descanso. Recordaría viejos tiempos con Nunnally Johnson, productor y guionista de su comedia Cómo casarse con un millonario. Sonreiría al encontrarse con Truman Capote, amigo y cómplice que con tanta veneración le describió en su semblanza Una adorable criatura. Le halagaría ver, enfrente, la cripta de Billy Wilder, quien le dirigió en La tentación vive arriba y Con faldas y a lo loco. El genial realizador se despide de los mortales con un epitafio que reza lo siguiente: “Escritor, bueno, nadie es perfecto". Sin duda, ingenio, ironía y figura hasta la sepultura.
Precisamente en Con faldas..., Marilyn compartió cartel con Jack Lemmon, el actor fetiche de Wilder y otro de los ilustres moradores de este acogedor camposanto. Walter Matthau, partenaire de Lemmon en Primera Plana y La extraña pareja, tampoco se ha querido perder la “reunión" y lo hace acompañado de su esposa Carol.
En el caso de que decidiera pasearse por el denominado Santuario del amor, Monroe se toparía con Dean Martin, su compañero en Something's Got to Give, durante cuyo rodaje falleció la actriz. La muerte les separó y, casualidades del destino, más tardé les volvió a juntar. Por cierto, el célebre actor y cantante dice adiós con el título de uno de sus temas más populares: Everybody loves somebody. A juzgar por su fama de mujeriego empedernido, él debió de amar a muchas.
Y aunque no trabajó con ellas, si se aburre, la buena de Marilyn siempre podrá compartir detalles escabrosos con otras malogradas actrices: Natalie Wood, ahogada en misteriosas circunstancias al caer de un yate; la canadiense Dorothy Stratten, chica Playboy, asesinada por su marido al abandonarle por el director de cine Peter Bogdanovich; y las jóvenes hermanas de la terrorífica película Poltergeist, Heather O'Rourke y Dominique Dunne. El final de estas últimas parece fruto de una maldición. Dunne fue estrangulada a los 22 años por un ex novio obsesivo en noviembre de 1982. En cambio, O'Rourke fallecería en 1988, con tan sólo 12 años, por culpa de una enfermedad intestinal. Para que no pase desapercibida entre tanta lápida vulgar, sus familiares idearon el siguiente epitafio-currículum: “Fue Caroll Anne en Poltergeist I, II y III". Talvez, ella hubiera preferido aquello de “ya están aquí".
A pesar de forjarse una carrera tan interesante como breve, Marilyn no consiguió ganar el ansiado Óscar. Quizá por eso mire con envidia a sus “vecinos" Burt Lancaster y Donna Reed, ambos galardonados. En el caso de estos dos intérpretes, coincidir en la mítica De aquí a la eternidad resultó cuanto menos premonitorio. Por allí “pululan" también George C. Scott, quien rechazó la estatuilla obtenida por Patton (1970), y James Coburn, vencedor como actor de reparto por Affliction (1997).
Para que el "retiro" de todos ellos resulte más llevadero, cuentan también con el talento musical de artistas como Peggy Lee, Roy Orbison o Carl Wilson, miembro fundador de The beach boys.
Entre los inquilinos más recientes del Pierce Brothers Westwood Village Memorial Park destaca otro ángel dorado algo descarriado: Farrah Fawcett. Si no lo han hecho todavía, quizás con el tiempo Marilyn y ella se conviertan en grandes amigas. Al fin y al cabo, las dos comparten un secreto: saben de sobra que los caballeros las prefieren rubias, aquí y en el más allá.
La muerte, como la vida, no se detiene. Ray Bradbury, autor de Crónicas marcianas y Fahrenheit 451, se unió en junio de este mismo año a la lista de moradores ilustres. Ya sabemos lo que a Monroe le fascinaban los escritores...
Lo dicho: si váis a Los Ángeles, pasead por este cementerio que, aunque no es el primero en número de celebridades de Hollywood, os conquistará con su ambiente tranquilo, carente de solemnidad, y la amabilidad de su personal. Y con un poco de suerte, a lo mejor, quién sabe, Norma Jean os regale una sonrisa desde su ansiado descanso eterno.
Precisamente en Con faldas..., Marilyn compartió cartel con Jack Lemmon, el actor fetiche de Wilder y otro de los ilustres moradores de este acogedor camposanto. Walter Matthau, partenaire de Lemmon en Primera Plana y La extraña pareja, tampoco se ha querido perder la “reunión" y lo hace acompañado de su esposa Carol.
En el caso de que decidiera pasearse por el denominado Santuario del amor, Monroe se toparía con Dean Martin, su compañero en Something's Got to Give, durante cuyo rodaje falleció la actriz. La muerte les separó y, casualidades del destino, más tardé les volvió a juntar. Por cierto, el célebre actor y cantante dice adiós con el título de uno de sus temas más populares: Everybody loves somebody. A juzgar por su fama de mujeriego empedernido, él debió de amar a muchas.
Y aunque no trabajó con ellas, si se aburre, la buena de Marilyn siempre podrá compartir detalles escabrosos con otras malogradas actrices: Natalie Wood, ahogada en misteriosas circunstancias al caer de un yate; la canadiense Dorothy Stratten, chica Playboy, asesinada por su marido al abandonarle por el director de cine Peter Bogdanovich; y las jóvenes hermanas de la terrorífica película Poltergeist, Heather O'Rourke y Dominique Dunne. El final de estas últimas parece fruto de una maldición. Dunne fue estrangulada a los 22 años por un ex novio obsesivo en noviembre de 1982. En cambio, O'Rourke fallecería en 1988, con tan sólo 12 años, por culpa de una enfermedad intestinal. Para que no pase desapercibida entre tanta lápida vulgar, sus familiares idearon el siguiente epitafio-currículum: “Fue Caroll Anne en Poltergeist I, II y III". Talvez, ella hubiera preferido aquello de “ya están aquí".
A pesar de forjarse una carrera tan interesante como breve, Marilyn no consiguió ganar el ansiado Óscar. Quizá por eso mire con envidia a sus “vecinos" Burt Lancaster y Donna Reed, ambos galardonados. En el caso de estos dos intérpretes, coincidir en la mítica De aquí a la eternidad resultó cuanto menos premonitorio. Por allí “pululan" también George C. Scott, quien rechazó la estatuilla obtenida por Patton (1970), y James Coburn, vencedor como actor de reparto por Affliction (1997).
Para que el "retiro" de todos ellos resulte más llevadero, cuentan también con el talento musical de artistas como Peggy Lee, Roy Orbison o Carl Wilson, miembro fundador de The beach boys.
Entre los inquilinos más recientes del Pierce Brothers Westwood Village Memorial Park destaca otro ángel dorado algo descarriado: Farrah Fawcett. Si no lo han hecho todavía, quizás con el tiempo Marilyn y ella se conviertan en grandes amigas. Al fin y al cabo, las dos comparten un secreto: saben de sobra que los caballeros las prefieren rubias, aquí y en el más allá.
La muerte, como la vida, no se detiene. Ray Bradbury, autor de Crónicas marcianas y Fahrenheit 451, se unió en junio de este mismo año a la lista de moradores ilustres. Ya sabemos lo que a Monroe le fascinaban los escritores...
Lo dicho: si váis a Los Ángeles, pasead por este cementerio que, aunque no es el primero en número de celebridades de Hollywood, os conquistará con su ambiente tranquilo, carente de solemnidad, y la amabilidad de su personal. Y con un poco de suerte, a lo mejor, quién sabe, Norma Jean os regale una sonrisa desde su ansiado descanso eterno.
1 comentario:
Vaya, menuda selección hay en ese cementerio. No me lo perdería por nada del mundo....
Gonzalo Ferrada
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