A pesar de los prejuicios que muchos de los profesionales del cine han mostrado hacia ella, la televisión se ha reivindicado desde su nacimiento como una buena cantera y, por qué no, como un medio alternativo para intérpretes, equipos creativos y técnicos. Y aunque tienen sus propios premios (los prestigiosos Emmy), el objetivo de cualquiera es ganar el Óscar, un sueño al alcance de muy pocos. A continuación, recordaré los nombres de algunos de los actores y actrices vinculados a la pequeña pantalla que, en una o más ocasiones, coquetearon con el hombrecillo dorado.
Antes de inquietarnos con su malvada Angela Chaning en el serial de intrigas familiares Falcon Crest, Jane Wyman tuvo una importante trayectoria cinematográfica. Consiguió la estatuilla al meterse en la piel de una sordomuda en Belinda (1948), y obtuvo otras tres candidaturas por El despertar (1947), No estoy sola (1951) y Obsesión (1955). Protagonizó su última película a finales de los años sesenta. No obstante, su popularidad resurgió gracias a esa matriarca astuta y vengativa, a la que dio vida durante nueve años y le valió cuatro Globos de Oro consecutivos. La televisión la convirtió en mito (aunque también la recordaremos por ser la primera esposa de Ronald Reegan).
Antes de inquietarnos con su malvada Angela Chaning en el serial de intrigas familiares Falcon Crest, Jane Wyman tuvo una importante trayectoria cinematográfica. Consiguió la estatuilla al meterse en la piel de una sordomuda en Belinda (1948), y obtuvo otras tres candidaturas por El despertar (1947), No estoy sola (1951) y Obsesión (1955). Protagonizó su última película a finales de los años sesenta. No obstante, su popularidad resurgió gracias a esa matriarca astuta y vengativa, a la que dio vida durante nueve años y le valió cuatro Globos de Oro consecutivos. La televisión la convirtió en mito (aunque también la recordaremos por ser la primera esposa de Ronald Reegan).
¿Y qué puedo decir de uno de los galanes por excelencia del siglo XXI? Tras convertirse en un rostro familiar como médico en la serie dramática Urgencias, consiguió dar el salto al cine y forjarse una carrera sólida como actor y realizador. Y, al contrario que otros guaperas con pasado catódico, gusta a los académicos y mucho. Ganó como secundario en su primera oportunidad por Syriana (2005). Y, después, ha optado al galardón como protagonista por Michael Clayton (2007) y Up in the air (2009), y por la dirección y el guión original de Buenas noches y buena suerte (2005). Este año también se la juega por partida doble: por su viudo con afán investigador de Los descendientes y por el guión adaptado de The ides of march, película que él mismo dirige. Triunfador, atractivo, valorado... Así es Clooney, un seductor de corte clásico que ya sólo aparece en televisión para anunciar cafeteras. Eso sí, con clase.
Este año no paran de lloverle reconocimientos por su desequilibrado personaje en la serie American Horror Story, pero mucho antes Jessica Lange ya había escrito su nombre con letras mayúsculas en la historia de los Óscars. A sus dos galardones como secundaria en Tootsie (1982) y como actriz principal en Las cosas que nunca mueren (1994), se suman cuatro intentos más: Frances (1982), Country (1984), Dulces sueños (1985) y La caja de música (1989). Y todavía tiene ganas de seguir demostrando que su talento se mantiene en plena forma. Elegancia, talento y sensualidad no le faltan. Imposible olvidarla retozando en la cocina en El cartero siempre llama dos veces.
El caso de Helen Hunt es cuanto menos curioso. Alcanzó la popularidad gracias a la telecomedia Loco por ti, que la hizo merecedora de varios Emmys y Globos de Oro. En cine, su único papel destacable había sido en la catastrofista Twister. Y, de repente, el director James L. Brooks le regaló el rol de madre desbordada de Mejor... imposible (1997), junto al magistral Jack Nicholson. Fue nominada a mejor actriz del año y, sorprendentemente, se llevó el gato al agua imponiéndose a tres grandes damas como Julie Christie, Judi Dench y Kate Winslet (por Afterglow, Su majestad Mrs. Brown y Titanic, respectivamente); ah, bueno, y a Helena Bonham Carter (Las alas de la paloma). Los malpensados tienen su propia teoría: Hunt era la única estadounidense de las cinco. En cualquier caso, tras el galardón su carrera ha sido más bien discreta.
Sus grandes ojos escrutadores inquietan y fascinan a partes iguales en la tan de moda joya británica Downton Abbey, donde se mete en la piel de Violet, pero mucho antes la grandísima Maggie Smith ya había enamorado a Hollywood. En 1969 obtuvo la estatuilla por Los mejores años de Miss Brodie, honor que repetiría como secundaria por California Suite (1978). Además, fue finalista por sus interpretaciones en Otelo (1965), Viajes con mi tía (1972), Una habitación con vistas (1986) y Gosford Park (2001). Genio y figura (british) hasta la sepultura.
El británico Jeremy Irons despegó profesionalmente gracias a la serie Retorno a Brideshead. Pero alzancó el máximo apogeo al llevarse el Óscar como protagonista del drama judicial El misterio Von Bulow (1990), su única oportunidad hasta la fecha. Y, a pesar de que ha participado en numerosas y aclamadas producciones, curiosamente ha sido la televisión la que le ha devuelto a la primera línea de fuego como el Papa Alejandro VI en la superproducción Los Borgias. Quizá sea el comienzo de una segunda etapa dorada para él.
Otra de las intérpretes resucitadas gracias a las, cada vez mejores, ficciones televisivas es Anna Paquin. Con tan sólo once años su vida cambió al lograr el Óscar como secundaria por hacer de hija de Holly Hunter en El piano (1994). A partir de ese momento, empezó a forjarse una trayectoria discreta, pero coherente, que pasaría por títulos tan variopintos como Amistad, X-men o Casi famosos. En 2007, su nombre volvió a sonar con fuerza gracias a la serie de vampiros subidita de tono True Blood. Su Sookie Stackhouse le ha dado y le sigue proporcionando premios y alegrías. Incluso encontró el amor en el plató: en 2010 se casó con su compañero de reparto Stephen Moyer. Si es que, como te muerda un vampiro, estás perdido...
Hay cosas que sólo ocurren en Estados Unidos. El sueño americano se cumplió a la perfección en el caso de Jennifer Hudson, quien pasó de participar en el concurso televisivo de búsqueda de talentos American Idol en 2006 a ganar la más alta distinción del cine sólo unos meses después. Lo logró como secundaria en la película musical Dreamgirls, donde dio muestras de una voz y una prometedora vis cómica. Tras tocar la gloria con esta película, su carrera parece haberse estancado a medida que ha ido perdiendo voluptuosidad.
Como este post sería interminable si tuviese que mencionar a todos esos interpretes con pasado o presente televisivo que alguna vez han competido, con o sin éxito, por el máximo honor de Hollywood, aquí recuerdo a algunos de los más significativos: Eileen Brennan, Chloë Sevingny, Marsha Mason, Burt Reynolds, Alan Alda, Agnes Moorehead, Penélope Cruz, Gary Sinise, Ryan Gosling, Laurence fishburne, Angela Basset, Alec Baldwin, Sally Field, Holly Hunter, Hillary Swank, Glenn Close, Donna Reed, Nick Nolte, Catherine Zeta-Jones, Bette Midler, Goldie Hawn, Doris Day, Heath Ledger, Bill Murray, Robin Williams, Ryan O'Neal, Alan Arkin, Lee Marvin, Stanley Tucci, Josh Brolin, Michael Shannon, Dan Aykroyd, Eric Roberts, James Caan, Toni Collette, Joan Cusak, Mare Winningham, Rosie Perez, Laura Dern, Whoopi Golberg, Mary McDonnell, Lorraine Bracco, Lena Olin, Dianne Wiest, Brenda Fricker, Geena Davis, Linda Hunt, Teri Garr, Beatrice Straight, Lee Grant, Tatum O'Neal, Patty Duke, Rita Moreno, Dorothy Malone,
Laura Linney,
Don Cheadle, Jamie Foxx...
El caso de Helen Hunt es cuanto menos curioso. Alcanzó la popularidad gracias a la telecomedia Loco por ti, que la hizo merecedora de varios Emmys y Globos de Oro. En cine, su único papel destacable había sido en la catastrofista Twister. Y, de repente, el director James L. Brooks le regaló el rol de madre desbordada de Mejor... imposible (1997), junto al magistral Jack Nicholson. Fue nominada a mejor actriz del año y, sorprendentemente, se llevó el gato al agua imponiéndose a tres grandes damas como Julie Christie, Judi Dench y Kate Winslet (por Afterglow, Su majestad Mrs. Brown y Titanic, respectivamente); ah, bueno, y a Helena Bonham Carter (Las alas de la paloma). Los malpensados tienen su propia teoría: Hunt era la única estadounidense de las cinco. En cualquier caso, tras el galardón su carrera ha sido más bien discreta.
Sus grandes ojos escrutadores inquietan y fascinan a partes iguales en la tan de moda joya británica Downton Abbey, donde se mete en la piel de Violet, pero mucho antes la grandísima Maggie Smith ya había enamorado a Hollywood. En 1969 obtuvo la estatuilla por Los mejores años de Miss Brodie, honor que repetiría como secundaria por California Suite (1978). Además, fue finalista por sus interpretaciones en Otelo (1965), Viajes con mi tía (1972), Una habitación con vistas (1986) y Gosford Park (2001). Genio y figura (british) hasta la sepultura.
El británico Jeremy Irons despegó profesionalmente gracias a la serie Retorno a Brideshead. Pero alzancó el máximo apogeo al llevarse el Óscar como protagonista del drama judicial El misterio Von Bulow (1990), su única oportunidad hasta la fecha. Y, a pesar de que ha participado en numerosas y aclamadas producciones, curiosamente ha sido la televisión la que le ha devuelto a la primera línea de fuego como el Papa Alejandro VI en la superproducción Los Borgias. Quizá sea el comienzo de una segunda etapa dorada para él.
Otra de las intérpretes resucitadas gracias a las, cada vez mejores, ficciones televisivas es Anna Paquin. Con tan sólo once años su vida cambió al lograr el Óscar como secundaria por hacer de hija de Holly Hunter en El piano (1994). A partir de ese momento, empezó a forjarse una trayectoria discreta, pero coherente, que pasaría por títulos tan variopintos como Amistad, X-men o Casi famosos. En 2007, su nombre volvió a sonar con fuerza gracias a la serie de vampiros subidita de tono True Blood. Su Sookie Stackhouse le ha dado y le sigue proporcionando premios y alegrías. Incluso encontró el amor en el plató: en 2010 se casó con su compañero de reparto Stephen Moyer. Si es que, como te muerda un vampiro, estás perdido...
Hay cosas que sólo ocurren en Estados Unidos. El sueño americano se cumplió a la perfección en el caso de Jennifer Hudson, quien pasó de participar en el concurso televisivo de búsqueda de talentos American Idol en 2006 a ganar la más alta distinción del cine sólo unos meses después. Lo logró como secundaria en la película musical Dreamgirls, donde dio muestras de una voz y una prometedora vis cómica. Tras tocar la gloria con esta película, su carrera parece haberse estancado a medida que ha ido perdiendo voluptuosidad.
Otros rostros habituales de la la televisión se tuvieron que conformar con ser nominados. Por ejemplo, antes de enfundarse el traje de la intuitiva y entrañable señora Fletcher de la serie Se ha escrito un crimen, Angela Lansbury acarició la gloria en varias ocasiones, siempre como secundaria: Luz que agoniza (1944), El retrato de Dorian Gray (1945) y El mensajero del miedo (1962).
Desde que colgó el delantal como camarero de la sitcom Cheers, Woody Harrelson comenzó a acumular grandes papeles cinematográficos y alguna que otra nominación: como protagonista de El escándalo de Larry Flynt (1996), y como secundario por The Messenger (2009). Candice Bergen, la protagonista de Murphy Brown, perdió el Óscar como actriz de reparto por Comenzar de nuevo (1979), ante la grandísima Meryl Streep (Kramer contra Kramer). La “mujer desesperada" Felicity Huffman aspiró a mejor protagonista femenina como la transexual Sabrina Bree Osbourne de Transamérica (2005). Y el recientemente fallecido Peter Falk, recordado por su investigador Colombo, acumuló dos candidaturas consecutivas como actor de reparto por El sindicato del crimen (1960) y Un gánster para un milagro (1961).
La guapísima Michelle Williams, que enamoró a muchos adolescentes con la serie juvenil Dawson crece, se ha convertido en una de las estrellas más prometedoras de la actualidad y ya cuenta con tres candidaturas: como secundaria por Brokeback Mountain (2005), y como interprete principal por Blue Valentine (2010) y, este mismo año, por My week with Marilyn, donde da vida a la mítica ambición rubia Monroe. El 26 de febrero sabremos si sube al escenario del Kodak Theatre a recoger el galardón, en perjuicio de Meryl Streep (La dama de hierro).
Leonardo Di Caprio, uno de los talentos más ninguneados por la Academia, también tiene su pasado en la caja tonta: participó en Santa Bárbara y Los problemas crecen. Quizás por su pasado de ídolo de quinceañeras le está costando más que a otros que se valore su esfuerzo. Únicamente ha sido nominado en tres ocasiones: en 1993 por ¿A quién ama Gilbert Grape? (como secundario), y por El aviador (2004), y Diamante de sangre (2006).
Tras ser víctima de Freddy Kruger, Johnny Depp obtuvo fama y dinero en la tele durante cuatro años con la serie Jóvenes policías. Con el tiempo, se convertiría en muso de Tim Burton, icono de modernidad y uno de los hombres más deseados del planeta. Ha estado a punto de alzarse con la estatuilla tres veces: por Piratas del Caribe. La maldición de la perla negra (2003), Descubriendo Nunca Jamás (2004), y Sweeney Todd (2007).
El rapero Will Smith, gamberro ídolo noventero gracias a El príncipe de Bel-Air, es uno de esos afortunados cómicos a los que la Academia le gusta dar oportunidades. Dos veces ha entrado en la terna de finalistas y en ambos casos por un rol dramático: por su boxeador Ali (2001) y por En busca de la felicidad (2006).
Más curioso es el caso de la presentadora Ophra Winfrey, quien aspiró al premio en la categoría de actriz secundaria por El color púrpura (1985). ¿Os imagináis a Ana Rosa Quintana nominada al Goya? Aunque, si lo pienso bien, este año José Mota opta a uno.
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