Para un periodista al que le gusta el cine, pocas experiencias pueden ser más especiales que desplazarse a Los Ángeles para cubrir los Óscars desde la mítica alfombra roja. Hoy, mi compañero y amigo Omar Suárez nos cuenta su aventura en la ceremonia de febrero de 2007 para El programa de Ana Rosa. Un relato que incluye una entrañable amistad, lágrimas, un robo y momentos mitómanos. Seguro que después de leerlo, sentís tanta envidia como yo. Por cierto, gracias a Omar por compartirlo con nosotros.
Reconozco que el reto era más que excitante, pero empecé a ser consciente de dónde me había/an en el momento de entrar en el avión cuando se cerraron las puertas.
Mi primer viaje internacional por trabajo, sin contactos, sin nadie de producción que me acompañara... En fin... Menos mal que la angustia inicial de tener que sacar tres reportajes diferentes no duró demasiado.
Mi mundo pasó de negro a color cuando vi que en mi vuelo viajaba la actriz Mariví Bilbao (protagonista de un corto nominado), así que aproveché la escala en Chicago para acercarme a la actriz y hacerme su amigo así, directamente y sin importar la diferencia generacional. Nos importó tan poco, que fuimos inseparables en L.A.
Lo cierto es que allí fue todo más fácil cuando coincidí con compañeros de otras televisiones e hice amigos “made in Hollywood” (aspirantes a actores, empleados de hoteles, camareros...).
Aunque todo suene y se vea muy glamouroso, la sensación que me llevé fue que Hollywood tenía un toque bastante ordinario y vulgar, por qué no decirlo.
¿Cómo puede ser que el Teatro Kodak esté dentro de un centro comercial y que cubran los escaparates con cinta de vinilo dorado el día de la gala como para disimular? ¿Cómo es posible que el mítico Paseo de las Estrellas sea un conjunto de baldosas que descubres cuando directamente estás pisándolas? Por no hablar de todas las tiendecitas de alrededor llenas de reproducciones absurdas y muy mal hechas de la estatuilla... Tiendas de souvenirs dignas de cualquier lugar costero “cutre-salchichero”.
Mis reportajes quedaron muy bien, eso sí (no iba a decir yo lo contrario): entrevista con Penélope Cruz (nominada como mejor actriz de reparto), preparativos de la ceremonia con el pertinente recorrido por las tiendas más chic donde las estrellas se ponen a punto y fiesta en la embajada española con un emocionado equipo de El laberinto del Fauno que luego se llevaría su estatuilla.
Bonito fue también el recibimiento de Pe a la prensa española porque al vernos a todos congregados allí, rompió a llorar de la emoción... Una emoción que, al parecer, no ha vuelto a demostrar en sus visitas a nuestro país.
Bonito fue también el recibimiento de Pe a la prensa española porque al vernos a todos congregados allí, rompió a llorar de la emoción... Una emoción que, al parecer, no ha vuelto a demostrar en sus visitas a nuestro país.
Mi verdadera aventura (y vuelvo al comienzo de estas líneas), empezó cuando me robaron mi móvil de producción en el mítico hotel Roosevelt, que aún conserva en uno de sus pasillos un gran espejo que, aseguran, estuvo en la habitación de Marylin Monroe. Me volví más loco de lo que estoy porque era mi única forma de comunicarme con mis compañeros de España!! Me volví loco y volví locos a todos los americanos que ya se cachondeaban de lo pesado que fui y titularon mi “drama” como El extraño caso del móvil desaparecido...
Fue curioso ver todo el proceso de preparación de la alfombra, la increíble coordinación de unos y otros para que saliera todo perfecto y la cantidad de frikis y fans acérrimos que madrugaban para ver a sus estrellas de lejos porque de cerca es otra historia (como comprobé “Spain no es tan different”).
Mi viaje fue una experiencia con mucho estrés de grabación y edición para que llegara a tiempo al programa y, aunque allí se desmitifica todo, es una vivencia que me encantaría repetir.
Lo mejor: mi foto en la fachada de la serie MELROSE PLACE (sí, lo confieso: me planté ahí con mi cámara de fotos), tener en mis manos un Óscar y comprobar lo que pesa, y descubrir que mi inglés es mejor de lo que pensaba... Supongo que la necesidad fue la responsable. Incluso en el vuelo de regreso vi una peli en V.O. y ¡¡¡sin subtítulos!!! Y menos mal, porque, al fin y al cabo, la cosa iba de CINE.
OMAR SUÁREZ
- Periodista y reportero de programas de televisión (El programa de Ana Rosa, Sálvame Diario...) -
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