lunes, 20 de febrero de 2012

GRAN PANTALLA: SÍ HUBO GOYAS PARA CASI TODOS

La vigésimo sexta ceremonia de los premios Goya, celebrada anoche en Madrid, “coronó" a No habrá paz para los malvados, de Enrique Urbizu, como la mejor propuesta del cine español del pasado año con seis merecidas distinciones: película, dirección, actor, guión original, montaje y sonido.
No lo tenía fácil Urbizu, porque competía contra las producciones de tres huesos: Mateo Gil, Benito Zambrano y, el más duro, Pedro Almodóvar. Al final, la Academia tiró por la calle de en medio y repartió un poco de gloria para cada uno de ellos; un acto de sensatez, ya que ninguna de las películas destacaba tanto sobre el resto como para arrasar. Los marcadores quedaron así: 
Blackthorn, sin destino - Cuatro Goyas (Fotografía, vestuario, diseño de producción y dirección artística)
La voz dormida - Tres Goyas (actriz secundaria, actriz revelación, canción original)
La piel que habito - Cuatro Goyas (actriz, actor revelación, música original y  maquillaje y peluquería)
No obstante, hubo dos protagonistas más. El largometraje animado Arrugas triunfó en su categoría y también se impuso a esa piel experimental de Almodóvar en la de guión adaptado. Total, dos Goyas y la demostración de que los cineastas patrios arriesgan, y mucho, en el terreno de la animación. Para muestra, la candidata al Óscar Chico y Rita, de Fernando Trueba.
Y Kike Maíllo, director revelación, y su Eva confirmó lo que todos imaginábamos, que gusta a la Academia. Pudo juntar dos reconocimientos.

En el apartado actoral, pocos sobresaltos, por no decir ninguno. José Coronado, por su policía corrupto de No habrá paz..., y Elena Anaya, como la enigmática mujer cautiva de La piel que habito, se quitaron la espinita de anteriores derrotas y vencieron como protagonistas. Dos de esos intérpretes generosos que hacen brillar el trabajo de sus compañeros, Lluis Homar (Eva) y Ana Wagener (La voz dormida), hicieron lo propio como secundarios. Y los jóvenes María León, desgarradora Pepita en La voz dormida, y el emocionadísimo Jan Cornet, según se mire víctima o verdugo de La piel que habito, completaron el podio como revelaciones. Curioso que para los seis el de ayer fuera su primer “cabezón". Apuesto a que, al menos para Anaya, Homar y Wagener, no será el único.
La gala como espectáculo televisivo resultó ligera, aunque tediosa y sin capacidad para sorprender. Arrancó correcta (sin más), con un número musical con actores populares acompañando a Eva Hache, maestra de ceremonias; pero fue decayendo con el único repunte de interés del monólogo del showman Santiago Segura, quien aprovechó para reprochar con ironía el hecho de que su último y taquillero Torrente hubiese sido obviado en las candidaturas. 
Ante la ausencia de Josefina Molina, Goya honorífico, el momento más emotivo de la velada recayó en la actriz Silvia Abascal, encargada de entregar un premio, todavía recuperándose del ictus cerebral que padeció hace unos meses. Su aplaudida reaparición recordó a la de Patricia Neal en los Óscars de 1966, recibida por el patio de butacas en pie y con un minuto de ovación después de haber sufrido una apoplejía que provocaba que hablara y caminase con dificultad.
Por lo demás, un espectáculo televisivo poco original, repetitivo y con una presentadora solvente, pero fácil de olvidar. ¿Asumirá Santiago Segura el puesto el año que viene? Ahí lo dejo.

Conclusiones principales: 
-Resulta incomprensible que Medianoche en París, de Woody Allen, con producción española, estuviera nominada como mejor guión original y fuera obviada en el resto de los apartados. ¡Ay, las medias tintas...!
-También extraña la ausencia o presencia testimonial de buenos productos como Los pasos dobles, Mientras duermes o Medianeras.
-¿De verdad la Academia no puede encontrar mejores presentadores de premios que Maxi Iglesias, Cayetana Guillén Cuervo o Francis Lorenzo? No sé... ¿Dónde están Carmelo Gómez, Aitana Sánchez Gijón, Imanol Arias o Penélope Cruz?
-Molan: Kike Maíllo, el regreso de la alfombra roja, Elena Anaya, la gala sin publicidad, Melanie Griffith...
-No molan: los espontáneos que se saltan unas medidas de seguridad insuficientes, el bótox, los discursos largos y llenos de tópicos...
-Los galardones en las categorías principales son justos, aunque discutibles. Y, este año sí, mi quiniela prenominaciones se ha acercado bastante al resultado final (sólo he fallado en película, director, actor principal y secundario). Bueno, vale, quizá no tanto. El próximo año volveré a intentarlo...

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