Hace unas semanas, tras una entretenida charla con el propietario de este blog en una terraza de Valencia, al señor Núñez le pareció curiosa la forma en la que actualmente me desplazo por la ciudad: Valenbisi, un sistema de préstamo de bicicletas, impulsado por el ayuntamiento de la capital del Turia y que el pasado mes de junio cumplió un año de funcionamiento.
El mecanismo de Valenbisi es bastante sencillo. La persona interesada en hacer uso de este servicio debe sacarse un abono semanal (10 euros) o anual (18 euros/año), en la página web www.valenbisi.es. Una vez que el abonado recibe la tarjeta personalizada, debe acercarse a las estaciones repartidas por diferentes puntos de la ciudad de Valencia donde están ancladas las bicicletas, acercar la tarjeta a la terminal (una especie de poste con una pantalla en la que te indica los pasos que hay que seguir), y marcar el código secreto que le habrán facilitado durante el proceso de inscripción en la página web. En la pantalla aparecen las bicicletas que están disponibles y el número del anclaje en el que se encuentran “aparcadas”. El usuario marca en la pantalla la clave de la bici que más le gusta, se acerca al punto de anclaje, presiona un botón que hay en el mismo y se desbloquea el cepo de la bicicleta, que ya puede ser retirada por el usuario.
A partir de ese momento, el ciclista tiene 30 minutos “gratis” para hacer su recorrido y aparcarla en su estación de destino. En caso de superar ese tiempo, deberá pagar 50 céntimos si se pasa media hora, o dos euros por cada hora que se extienda su recorrido. El dinero se le retira automáticamente de su número de cuenta vinculado al abono de la inscripción. Si ves que te vas a demorar, también puedes hacer una parada en un punto intermedio, aparcar la bici y coger otra (o la misma), y el contador de tiempo se pone a cero automáticamente (hecha la ley, hecha la trampa).
Actualmente, según el ayuntamiento de Valencia, existen 2.750 bicicletas repartidas en las cerca de 220 estaciones diseminadas por casi todos los barrios de la ciudad y que, a fecha de junio, daban servicio a los 80.709 usuarios que han optado por utilizar alguno de los abonos de este servicio, una cifra que refleja la buena acogida de Valenbisi por parte de los ciudadanos, pero que no debe esconder las deficiencias que una parte de los usuarios ha denunciado durante su primer año de vida. Valenbisi tiene muchos partidarios, pero también muchos detractores. Analicemos sus argumentos.
A favor de Valenbisi nos encontramos con las bondades climatológicas, orográficas y de tamaño de la ciudad. Valencia goza de buen tiempo casi todo el año, es prácticamente llana y no excesivamente grande, lo que supone una combinación excelente para utilizar la bicicleta como medio de transporte habitual. Teniendo en cuenta el precio del billete sencillo del transporte público valenciano (1’30€ el autobús y 1’40€ el metro), o del bono mensual de ambos (39’60 € + 4’5€ de la tarjeta), los 18 euros anuales que supone el bono de larga duración convierten a Valenbisi en una alternativa muy económica. A ello hay que añadir el beneficio mediombiental, ya que, según el Ayuntamiento de Valencia, con el uso diario de unas 2.750 bicis dejan de emitirse 500.000 toneladas de CO2.
En contra de Valenbisi, se puede hablar de una red deficitaria de carriles bici por la ciudad, especialmente en las grandes vías, donde las bicicletas deben compartir espacio circulatorio con el resto de vehículos. Esto genera inseguridad entre los ciclistas, que optan por subirse a la acera, algo prohibido por la Ordenanza Municipal del Ayuntamiento y que, además de provocar molestias entre los peatones, les puede suponer una multa de 200 euros.
Valenbisi también ha sido criticado por la falta de coordinación entre los equipos de redistribución de las biciletas en las distintas estaciones de la ciudad. Según la hora y el punto de Valencia en el que se encuentren las estaciones (universidades, centro histórico, lugares turísticos), o no hay bicicletas disponibles o no quedan postes en las que aparcarlas. En éste último caso, el cabreado ciclista puede pasar la tarjeta por el poste de la estación, y se le añaden automáticamente 15 minutos extras a su recorrido y le aparece un mapa con los puntos de estacionamiento más cercanos con huecos disponibles. Oficialmente hay un servicio de la empresa que gestiona Valenbisi (yo lo he visto, lo juro), que se encarga de llevar con un remolque las bicicletas de las estaciones saturadas a aquellas donde no hay, pero estos no dan abasto.
Un buen ejemplo del malestar provocado entre sus abonados a causa de las deficiencias en el servicio de Valenbisi lo encontramos en “Valenbishit” (nótese el juego de palabras al hacer la traducción al castellano del término shit=mierda), en cuyas cuentas de Facebook y Twitter se recogen las quejas de los usuarios a través de sus experiencias personales. Estaciones sin servicio, bicicletas en mal estado, tarjetas bloqueadas, cargos bancarios injustificados, etc. La verdad es que hay casos lamentables…
Particularmente, desde el pasado mes de abril soy usuario habitual de Valenbisi. Tengo estaciones a menos de dos minutos de mi casa y de mi oficina. Voy y vengo al trabajo en bicicleta en apenas 15 minutos por un trayecto en el que el 90% del recorrido discurre por carril-bici. Hasta el momento no he tenido ningún incidente grave con el servicio, aunque en más de una ocasión me ha tocado desplazarme una o dos paradas más allá de la mía por no haber bicicletas o espacio donde aparcarlas (algo que hay que reconocer que da muchísima rabia porque en principio parece un problema relativamente fácil de solucionar: más bicicletas y más remolques para distribuirlas por las paradas que lo requieran). A ello hay que añadir que cada mes me ahorro más de 35 euros al usar la bicicleta por la diferencia con el bono mensual del transporte público. De manera que puedo decir que mi grado de satisfacción con Valenbisi es bastante alto.
Aún así, tengo que apuntar que hay ocasiones en las que la buena intención y las buenas ideas no son suficientes para conseguir un objetivo si no van acompañadas de un buen plan, de una buena estrategia. ¿Tanto costaba haber diseñado y planificado, en colaboración con las principales asociaciones de ciclistas y vecinos de la ciudad, un plan realista y funcional, para determinar las zonas y necesidades de los potenciales usuarios antes de lanzar las bicicletas a la calle? ¿Tanto cuesta construir un carril bici por el centro de la ciudad de Valencia (no hay ninguno que llegue a la plaza del Ayuntamiento, por ejemplo) que permita descongestionar de tráfico algunas de las zonas más bellas y saturadas de automóviles de la ciudad?
Después de un año de servicio, en el que seguro que ya se han establecido pautas de comportamiento y uso por parte de los abonados de Valenbisi, ¿tanto cuesta ampliar el parque de bicicletas y remolques que las distribuyen para no encontrarte con una estación sin bicis o sin plazas para aparcarlas? ¿Se van a tomar medidas al respecto o se va a dejar que estos problemas se conviertan en crónicos, echando a perder lo que podría ser un servicio útil, sano, cómodo y ecológico para los habitantes de Valencia?
Y hablando de estos últimos, también creo conveniente resaltar la importancia del esfuerzo que deben (debemos) hacer los ciudadanos a la hora de hacer uso de este servicio. Porque también es verdad que hay gente que es (somos) extremadamente exigente respecto a lo ajeno y que sin embargo le gusta (nos gusta) la manga ancha respecto a lo nuestro. ¿O acaso todos los abonados de Valenbisi respetan las señales de tráfico? Saltarse semáforos en rojo, circular por las aceras, no llevar la ropa y el calzado adecuados, no utilizar los accesorios reflectantes durante la noche o simplemente pedalear por la calzada en lugar de por el carril-bici por ahorrarte un par de minutos son algunas de las imprudencias o faltas en las que caemos habitualmente los ciclistas en la ciudad. Y de eso también hay que quejarse porque si no, no seríamos justos.
Ni Valenbisi es perfecto ni Valenbisi es una shit. Seguramente en el término medio de las cosas está el equilibrio perfecto y es en esa dirección hacia donde se deben enfocar los esfuerzos de unos y de otros, administración y ciudadanos. Al fin y al cabo, esto es como todo…
Actualmente, según el ayuntamiento de Valencia, existen 2.750 bicicletas repartidas en las cerca de 220 estaciones diseminadas por casi todos los barrios de la ciudad y que, a fecha de junio, daban servicio a los 80.709 usuarios que han optado por utilizar alguno de los abonos de este servicio, una cifra que refleja la buena acogida de Valenbisi por parte de los ciudadanos, pero que no debe esconder las deficiencias que una parte de los usuarios ha denunciado durante su primer año de vida. Valenbisi tiene muchos partidarios, pero también muchos detractores. Analicemos sus argumentos.
A favor de Valenbisi nos encontramos con las bondades climatológicas, orográficas y de tamaño de la ciudad. Valencia goza de buen tiempo casi todo el año, es prácticamente llana y no excesivamente grande, lo que supone una combinación excelente para utilizar la bicicleta como medio de transporte habitual. Teniendo en cuenta el precio del billete sencillo del transporte público valenciano (1’30€ el autobús y 1’40€ el metro), o del bono mensual de ambos (39’60 € + 4’5€ de la tarjeta), los 18 euros anuales que supone el bono de larga duración convierten a Valenbisi en una alternativa muy económica. A ello hay que añadir el beneficio mediombiental, ya que, según el Ayuntamiento de Valencia, con el uso diario de unas 2.750 bicis dejan de emitirse 500.000 toneladas de CO2.
Valenbisi también ha sido criticado por la falta de coordinación entre los equipos de redistribución de las biciletas en las distintas estaciones de la ciudad. Según la hora y el punto de Valencia en el que se encuentren las estaciones (universidades, centro histórico, lugares turísticos), o no hay bicicletas disponibles o no quedan postes en las que aparcarlas. En éste último caso, el cabreado ciclista puede pasar la tarjeta por el poste de la estación, y se le añaden automáticamente 15 minutos extras a su recorrido y le aparece un mapa con los puntos de estacionamiento más cercanos con huecos disponibles. Oficialmente hay un servicio de la empresa que gestiona Valenbisi (yo lo he visto, lo juro), que se encarga de llevar con un remolque las bicicletas de las estaciones saturadas a aquellas donde no hay, pero estos no dan abasto.
Un buen ejemplo del malestar provocado entre sus abonados a causa de las deficiencias en el servicio de Valenbisi lo encontramos en “Valenbishit” (nótese el juego de palabras al hacer la traducción al castellano del término shit=mierda), en cuyas cuentas de Facebook y Twitter se recogen las quejas de los usuarios a través de sus experiencias personales. Estaciones sin servicio, bicicletas en mal estado, tarjetas bloqueadas, cargos bancarios injustificados, etc. La verdad es que hay casos lamentables…
Aún así, tengo que apuntar que hay ocasiones en las que la buena intención y las buenas ideas no son suficientes para conseguir un objetivo si no van acompañadas de un buen plan, de una buena estrategia. ¿Tanto costaba haber diseñado y planificado, en colaboración con las principales asociaciones de ciclistas y vecinos de la ciudad, un plan realista y funcional, para determinar las zonas y necesidades de los potenciales usuarios antes de lanzar las bicicletas a la calle? ¿Tanto cuesta construir un carril bici por el centro de la ciudad de Valencia (no hay ninguno que llegue a la plaza del Ayuntamiento, por ejemplo) que permita descongestionar de tráfico algunas de las zonas más bellas y saturadas de automóviles de la ciudad?
Después de un año de servicio, en el que seguro que ya se han establecido pautas de comportamiento y uso por parte de los abonados de Valenbisi, ¿tanto cuesta ampliar el parque de bicicletas y remolques que las distribuyen para no encontrarte con una estación sin bicis o sin plazas para aparcarlas? ¿Se van a tomar medidas al respecto o se va a dejar que estos problemas se conviertan en crónicos, echando a perder lo que podría ser un servicio útil, sano, cómodo y ecológico para los habitantes de Valencia?
Ni Valenbisi es perfecto ni Valenbisi es una shit. Seguramente en el término medio de las cosas está el equilibrio perfecto y es en esa dirección hacia donde se deben enfocar los esfuerzos de unos y de otros, administración y ciudadanos. Al fin y al cabo, esto es como todo…
JOSEVI SÁNCHEZ
- Periodista -
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