domingo, 6 de febrero de 2011

DONDE HAY PELO HAY ALEGRÍA

Estamos de enhorabuena: ¡Disney ha vuelto! Después de unos años de producciones animadas descafeinadas y repetitivas, la factoría de Mickey Mouse ha reencontrado la fórmula mágica y divertida que explotara en clásicos como La sirenita, La Bella y la Bestia o El rey león. Con Enredados consiguen plantar cara a los dibujantes de su hermanastra Píxar (filial de Disney, y creadores de éxitos como Toy story, Up! o Cars ), que en la última década habían ganado la batalla en cuanto a imaginación, innovación y personajes carismáticos.
Antes de entrar de lleno en la cinta, quiero contar una anécdota: fui a ver Enredados con mi amigo Lázaro (colaborador del blog). Para ambos era la primera película en 3D. Y fue impactante; que se lo digan a Lázaro, a quien le entró un ataque de risa al contemplar cómo el tradicional castillo de la cortinilla previa casi se salía de la pantalla. Estuvo cinco minutos de reloj sin poder parar de reír y moviendo, involuntariamente,  toda la fila de butacas. A veces las nuevas tecnologías nos regalan buenos momentos como éste.     
Y ahora a lo que íbamos. El principal acierto de Enredados es seguir paso por paso el patrón de los grandes largos animados. Para empezar, se trata de una adaptación de un clásico de la literatura, en este caso de un cuento de los Hermanos Grimm. Sigue el ejemplo, pues, de otras cintas como Alicia en el país de las maravillas, La cenicienta, Peter Pan, Blancanieves y los siete enanitos, Robbin Hood o Pinocho.   
En segundo lugar, se trata de un "cuento de hadas" protagonizado por una guapa princesa secuestrada en una torre secreta por una malvada mujer que se hace pasar por su madre. A medida que avanza el relato, la joven descubrirá sus orígenes y conocerá el amor (en este caso, el galán no es un príncipe, sino un ladrón reinsertado, como en el caso de Aladdin). Si a eso le sumamos unos personajes secundarios cómicos con forma de animales y números musicales, el resultado es redondo: una historia que entretiene a niños y mayores.

La inocente Rapunzel enamora con su larga melena mágica, sus grandes ojos verdes, su dulce voz y sus ganas de vivir. Pero su mayor encanto reside en que no es la típica princesa. No es tan cursi como Blancanieves ni Bella, ni tan frágil como Cenicienta o Aurora (La bella durmiente). Tampoco es un personaje pasivo como Jasnime (Aladdin) o Wendy (Peter Pan). Rapunzel hereda la curiosidad de Ariel (La sirenita), la valentía de Pocahontas y la destreza de Mulán. Sin embargo, lo que la diferencia de las demás es su sentido del humor. Es probablemente uno de los roles femeninos más divertidos de los cincuenta largos animados de los estudios. 
No obstante, qué nadie espere descubrir a una nueva Fiona (Shrek), porque, aunque un poco más moderna que sus predecesoras, la buena de Rapunzel no se deshace por completo del tradicional poso conservar de este tipo de historias. Princesa del siglo XXI, sí; pero princesa al fin y al cabo.   
Como decía, el punto fuerte de Enredados es su humor blanco y abundante, que en buena medida se debe a los personajes secundarios. Pascal, el camaleón protector (que bien podría ser la reencarnación muda de Pepito Grillo), ese caballo justiciero que se cree perro y que responde al nombre de Maximus, y todos los granujillas con corazón y sueños del bosque nos regalan algunas de las secuencias más hilarantes (el número musical de la taberna no tiene desperdicio).
Flyn Rider, el galán, es el encantador ladrón redimido que se enamora de la protagonista. Aunque queda eclipsado por otros personajes con más alma, su presencia es necesaria para armonizar las dosis de cine de aventuras y comedia romántica (con ese tira y afloja inicial entre el chico y la chica tan típico del género).   
¿Y qué sería un cuento de hadas sin el malo? En este caso, la responsabilidad recae en la anciana Gothel,  obsesionada con la eterna juventud, aunque sea a costa de la libertad de Rapunzel. Cínica, egoísta y despiada, pero también tierna y divertida, toma lo mejor de las peores villanas de Disney: la coquetería de la madrastra de Blancanieves; la exhuberancia de Úrsula (La sirenita); la ambición de Cruella de Vill (101 dálmatas); y la sangre fría de Maléfica (La bella durmiente). Un personaje que será recordado por ser capaz de generar, al mismo tiempo, rechazo, simpatía y compasión. 
Con todos estos ingredientes artísticos y la prometedora conjunción de la animación marca de la casa y lo último en tecnología, el resultado es un sofisticado espectáculo visual multicolor, ingenioso en el fondo y en la forma, fresco y entretenido. En tres palabras: un clásico instantáneo.         
Para fetichistas de las melenas largas y soñadores que han asimilado que, en los tiempos que corren, incluso los príncipes azules tienen un pasado.

2 comentarios:

El incoherente dijo...

Muy gracioso el ataque de risa de tu amigo Lázaro. Sin duda, la quiero ver!!

Anónimo dijo...

Es preciosa, como siempre tenias razón,pero ademas de tener pelo hay que tenerlo magico,¿no te parece? besitos M.J.