Después de años y años de proyectos, obras, polémicas y retrasos, finalmente a mediados de diciembre se inauguró la línea de ferrocarril de Alta Velocidad entre Madrid y Valencia. Las distintas autoridades políticas implicadas, tanto del gobierno central como del autonómico, posaron para la foto con la mejor de sus caras; como de costumbre, nadie quiere quedarse fuera del reparto de méritos y medallitas.
Las ventajas comerciales y turísticas que proporcionará el AVE a los distintas zonas con estaciones en el nuevo trayecto son cuantiosas y los políticos a los que antes hacía referencia ya se han encargado de que las conozcamos hasta la extenuación. Sin embargo, nadie señala los efectos negativos, que, aunque mínimos, también los hay.
Os voy a hablar de mi caso concreto. Por mi trabajo, realizo con mucha frecuencia el trayecto Valencia-Madrid, Madrid-Valencia. Hasta ahora, Renfe ponía al servicio del usuario un tren, el Alaris, con una duración de tres horas y media, y un precio estándar de unos 75 euros (en billetes de ida y vuelta). Asimismo, existía un tren regional, mucho más barato, pero que tardaba más de seis horas.
Con la llegada del AVE, se mantiene el servicio regional pero, en cambio, ha desaparecido el Alaris. En su lugar, Renfe pone a nuestra disposición dos trenes: el mencionado AVE y el Alvia, con precios, duraciones y horarios diferentes.
Con la llegada del AVE, se mantiene el servicio regional pero, en cambio, ha desaparecido el Alaris. En su lugar, Renfe pone a nuestra disposición dos trenes: el mencionado AVE y el Alvia, con precios, duraciones y horarios diferentes.
El trayecto del AVE entre Madrid y Valencia tiene una duración aproximada de una hora treinta y cinco minutos (dependiendo de las estaciones en que haga parada). Si compras un billete de ida y vuelta el precio es de 129 euros. Es cierto que, adquiriéndolos con bastante previsión, puedes encontrar importantes descuentos. Pero no siempre es viable.
Por otra parte, el Avia puede cumplir su itinerario en dos o en tres horas cinco minutos, también en función de las paradas previstas. Pero lo curioso es que, independientemente de la duración, el precio estánar ida/vuelta es de casi cien euros.
Seguramente ustedes estarán pensando que es lógico que si el servicio ha mejorado, también se haya incrementado el precio. Y, como tienen razón, no se la voy a quitar. Pero lanzo varias preguntas: ¿es justo que, antes, un trayecto de tres horas y media en Alaris costara 75 euros (ida y vuelta), y ahora el mismo en tres horas en Alvia salga por veinticinco euros más? ¿Por qué con la llegada del AVE se ha mantenido el servicio regional y, en cambio, se han cargado el Alaris?
Evidentemente, todo el mundo prefiere viajar en menos tiempo, pero en los momentos de crisis que estamos viviendo seguramente somos muchos los que estamos dispuestos a pasar más rato en el tren si con eso nos podemos llegar a ahorrar hasta cincuenta euros.
Y, llegados a este punto, habrá quien me dirá: "pues cómprese los billetes con mucho tiempo o cógase usted el regional, un autobús o viaje en burro". Y yo respondo: "pues no me da la gana". Porque tengo todo el derecho a levantar la voz contra un servicio que, aunque es un gran avance, va a afectar al bolsillo de muchos usuarios que, como yo, tenemos la vida repartida en dos lugares alejados. Además, ya están los políticos para vendernos las excelencias del AVE; como dirían los italianos, su caro AVE.
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