
No voy a descubrir nada nuevo si digo que el fútbol es algo más que un deporte o una afición. Fundamentalmente se ha convertido en uno de los negocios más rentables del planeta, por medio de la venta de acciones y entradas, merchandising y derechos de emisión de los partidos. Los futbolistas son auténticos ídolos de masas, objetivo de las revistas del corazón e iconos publicitarios. Millones de ojos pendientes de un balón, pero también millones de intereses en juego.
Hoy la gran mayoría de los ciudadanos de nuestro país se pegarán a las 22:30 horas a la pantalla del televisor con la esperanza de que la selección se proclame la mejor del mundo, un hecho sin precedentes. Si lo consiguen, a nuestros jugarores les espera la gloria instantánea, una suculenta prima económica y númerosos reconocimientos (entre ellos, el Príncipe Asturias de los deportes, y si no, al tiempo). Y a los españoles, días de celebración y orgullo nacional. Porque no nos engañemos, nada despierta más pasiones y mayor sentimiento nacionalista que el conocido como el deporte rey.
Si no lo logran, nadie les quita ya el reconocimiento por su brillante juego y su ejemplo de humildad, unión, talento y compañerismo. Pero, por encima de todo, pase lo que pase hoy, han conseguido ilusionar a todo un país. Y eso, en los tiempos que corren, no es ninguna tontería.
Está claro que, ganen o pierdan, poco nos va a cambiar la vida a los españoles. En unos días las noticias sobre la crisis, la corrupción y la crispación política volverán a ocupar noticiarios y periódicos, y nos toparemos de nuevo con la cruda realidad. Pero,¡y lo contentos que estamos todos hoy! Como bien dice un anuncio publicitario: "Eso no tiene precio". ¡Suerte!
2 comentarios:
me parece ideal lo de la ilusión pero no puedo evitar pensar que resulta un poco exagerado, que un pais se pare por un deporte,yo me alegro de la victoria,pero no la vi besitos m.j.
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