lunes, 25 de agosto de 2008

EN UN SEGUNDO PLANO

Las nueve en punto. Nacho y Raquel fueron los primeros en llegar al restaurante. Lo hicieron cogidos de la mano, pero con el rostro serio. Él seguía molesto por no poder disfrutar solos de la última noche que iban a compartir en muchos meses. Ella se lo había explicado mil veces. Decía que había sido imposible encontrar otra fecha para juntar a toda la pandilla. Aquel argumento no convenció a su novio, quien aprovechaba la menor ocasión para echárselo en cara. No podía disimular su desilusión.
-“Al menos vendrás a dormir a mi casa, ¿no?”, preguntó Nacho rompiendo el incómodo silencio.
-“No sé”, dudó Raquel. “Mañana tengo que levantarme pronto para terminar de hacer la maleta”, añadió.
Ella misma sabía que aquella respuesta no era justa, ni por supuesto creíble. De modo que antes de que su chico pudiera replicar, rectificó.
-“Bueno, hay tiempo para todo. Dormiremos abrazados”, dijo rodeando con sus brazos la cintura del corpulento muchacho.
Él no era tonto y había detectado en las palabras de su novia una actitud casi caritativa. Tremendamente ofendido, se habría puesto a gritar de no ser por la llegada de Miguel, que se fundió en un sincero abrazo con Raquel.
Nacho asumió que esa era la noche de su novia y no quería estropeársela. Pero sabía que aquella conversación continuaría horas después en la intimidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me resultan familiares este tipo de situaciones...