jueves, 17 de julio de 2008

STOP

Nunca debió coger el coche en esas condiciones. Estaba demasiado alterado. Los nervios se habían apoderado de él. Le temblaban las manos y las piernas y notaba un nudo en la garganta que le impedía tragar saliva. La situación le había desbordado.
Sintió un escalofrío por todo el cuerpo y se le nubló la vista. Fue incapaz de divisar a su derecha la señal de Stop que le obligaba a detenerse y, pese a dar un volantazo desesperado en el último momento, fue arrollado por otro vehículo. Inmediatamente, el claxon del coche de Eduardo inició un quejido interminable. En unos minutos dos ambulancias trasladaba a los heridos al hospital más cercano.

No hay comentarios: