Concluyo y cierro esta preciosa novela de David Trueba con el convencimiento de que algún día volveré a leerla. ¿Cuándo? No lo sé. Supongo que habrá de pasar mucho tiempo para poder olvidar a la familia Belitre, su sentido del humor, sus agridulces vivencias, su aparente fragilidad... Porque en esa lejana e hipotética segunda lectura quiero volverme a reír, sorprender y emocionar tanto como esta primera vez.
En muchas ocasiones, nos creemos autosuficientes y libres para construir nuestro propio destino, olvidando que hay cientos de factores externos que limitan nuestra capacidad de elección. La casualidad, el miedo al rechazo, la vergüenza, la enfermedad, la pasión (y su caducidad), el aspecto físico e, incluso, la muerte son circunstancias difíciles de controlar y que juegan un gran peso en la toma de decisiones, así como en el desarrollo de nuestra personalidad. ¿Y la familia? Evidentemente, también. Sobre todo ello reflexiona Trueba en esta intensa obra, repleta de ironía y humor, y que, desde hoy, ocupará un lugar destacado en mi estantería y, lo que es más importante, en mi memoria. Por cierto, impresionante el personaje de Matías, el niño enfermo.
En resumen, un ejemplo de buena literatura, inteligente, ingeniosa y sencilla, que consigue dibujar una sonrisa de satisfacción en la cara del lector al pasar la última página.
1 comentario:
Tomo nota.
Somos lo que somos con nuestras circunstancias. Elegimos o creemos que elegimos. Sea lo que sea, tenemos la necesidad de sentirnos algo libres, aunque sea dentro de unos parámetros (legales, si se quiere decir de alguna manera).
besets
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